martes, 25 de noviembre de 2014

I.- ORIGEN, PROGRESO Y ESENCIA DE ESTE PIADOSISIMO CULTO


Casi cuatro siglos antes que fuese conocido este culto, fue profetizado. El caso fue: Quejábase amorosamente Santa Gertrudis, 21Esposa regalada de Jesucristo (que floreció habrá cerca de 500 años), de que San Juan Evangelista no nos hubiere declarado en su Evangelio las excelencias, riquezas, prerrogativas y finezas del Corazón amantísimo de Jesús; pues cuando se recostó en su divino pecho, las conoció profunda y distintamente. Aquí la respondió el Sagrado Evangelista: que el manifestar a la Iglesia los tesoros, que el Eterno Padre depositó en este Corazón divinísimo,“estaba reservado por la Divina Providencia para los tiempos futuros, en los cuales, oyendo los milagros de su amor, el mundo envejecido se renueve, encendiéndose su resfriada caridad en el fuego ardiente del Amor Divino”. 22
 Esta profecía parece ha empezado ya a cumplirse; y los tiempos futuros tanto antes anunciados, parece ser los presentes: pues desde los fines del siglo pasado se ha empezado a extender por varias partes del orbe cristiano el suavísimo culto del deífico Corazón de Jesús; quien, para enriquecer su Iglesia con celestiales gracias, le ha descubierto y promovido por sí mismo con circunstancias maravillosas, en todo semejantes23 a aquellas con que manifestó e instituyó en su Iglesia el solemnísimo culto de la festividad del Corpus por medio de la virgen Santa Juliana, como se puede ver en el Padre Bollando24 de la Compañía de Jesús.
 Este culto, pues, del divinísimo Corazón de Jesús tuvo el origen que ahora diré. Vivía la V. Madre Margarita de Alacoque, hija del dulcísimo director de las almas San Francisco de Sales, en el Monasterio de la Visitación de Santa María de Paray, villa del ducado de Borgoña. Era esta admirable virgen y santísima religiosa favorecida del Señor con extraordinarias gracias e ilustraciones del cielo, acreditadas con una vida perfecta, muy conforme a la obligación de su Instituto; apoyadas sobre las virtudes más sólidas de su estado, y confirmadas con milagros en vida y en su muerte (que fue el año de 1690) 25, de los cuales algunos se han autenticado con las fórmulas que prescribe el Derecho, en orden a su canonización.26 Empezó Jesús a enviar ilustraciones divinas a su espíritu, que declarasen a Margarita las excesivas finezas de su Corazón Sagrado para con los hombres. Inflamado el de Margarita en el de Jesús, no hablaba, ni trataba, ni deseaba, ni pedía, ni pensaba con más ardor en otra cosa que en procurar por todos los modos posibles las glorias del sacrosanto Corazón. En estas amantes ansias se hallaba la V. Margarita, cuando la favoreció el Señor con una visión maravillosa.27 En ella la declaró dos cosas: la una, que su Majestad quería que en su Santa Iglesia se instituyese especial festividad, con que se diese particular culto a su santísimo Corazón: la otra, que su Providencia había determinado tomarla por instrumento para tan grande obra. No es fácil explicar el consuelo que sintió la V. Virgen con la primera parte de esta revelación; pero la segunda afligió sobremanera su humilde corazón, teniéndose por instrumento inhábil para empresa tan gloriosa. El ardor de su amor la derretía, y el conocimiento de su pequeñez la aniquilaba.
 Por estos temores tuvo oculta esta revelación muchos años, hasta que vencida del torcedor de desagradar a Dios si no la manifestaba, la comunicó a su Director, hombre esclarecido en la vida espiritual y a quien el mismo Jesús le había señalado, al parecer, con especial providencia, para que la guiase y fortaleciese en tan ardua empresa. Fue éste el V. P. Claudio La Colombière 28de la Compañía de Jesús, célebre entonces en Francia por sus apostólicas misiones y elocuencia sagrada, como también en Inglaterra,29 donde padeció cárceles, prisiones y malos tratamientos de los herejes. Era este Venerable Jesuita favorecido del Señor con admirables ilustraciones, especialmente en el retiro de los días de Ejercicios, que practican todos los años los Padres de la Compañía. Movió de suerte el Espíritu del Señor en unos de estos Ejercicios30 al P. Colombière a procurar el sagrado culto del Corazón dulcísimo de Jesús, que no pudo dilatarlo más. Empezó a exhortar a muchas personas31 con sus ardientes palabras a que celebrasen con particular culto esta fiesta. Escribió a uno de sus espirituales amigos32 desde Inglaterra para que procurase en el Cristianísimo Reino, lo que el Padre solicitaba allí por sí mismo, y también en otras partes por sus piadosos confidentes. Para alentarle más fervorosa y ardientemente a lo que Dios le había inspirado en el celestial retiro de los Ejercicios, escribió la revelación que le había comunicado y dado por escrito la V. Madre Margarita, la cual decía así:
 “Un día de la infraoctava de la fiesta del Corpus, estando en oración delante del Santísimo Sacramento, fui sobremanera llena de celestiales gracias de mi Señor. Deseando yo entonces ardientemente ofrecer algo a su Majestad según mi pequeñez por tan inestimables beneficios, me dijo el Señor: Nada puedes hacer, que me sea más agradable, como ejecutar lo que tantas veces te he mandado; entonces descubriendo su sacrosanto Corazón, añadió: Ves aquí mi Corazón: aquel Corazón tan abrasado en amor de los hombres, que no omitió cosa alguna para declararlos su infinito amor, hasta agotar, y consumir del todo sus fuerzas y vitales espíritus. Pero la mayor parte no sólo no se muestran agradecidos, sino que me desprecian y me hieren en este Misterio de Amor con injurias y afrentas; y el mayor dolor es, que padezco estas injurias y ultrajes aun de las personas que me están especialmente consagradas. Por lo cual te ordeno que el Viernes inmediato a la octava de la festividad del Corpus se dedique particularmente al culto de mi Corazón; en el cual día comulgando, se compensen de alguna manera las injurias cometidas contra mi Corazón amante en el Sacramento del Altar; especialmente en los días que estoy expuesto a la veneración de los fieles. Y te empeño mi palabra, que mi Corazón se derramará en copiosos influjos de su amor, llenando de celestiales gracias a cuantos le rindieren este culto y procuraren que otros también se le rindan”.
 “Entonces respondí yo: ¡Ay Señor mío¡ ¡ay¡ ¿A quién queréis por instrumento de vuestros divinos consejos?¿ A mí, cuya suma vileza e innumerables pecados impedirán antes que cooperarán, a obra tan santa? Principalmente, Señor, teniendo V. Majestad tantos fieles siervos prontos a ejecutar valerosamente vuestro santísimo designio. Cristo entonces me respondió: Pues ¿acaso ignoras, imprudente, que yo acostumbro elegir los débiles de este mundo para confundir a los fuertes? ¿No sabes que es propio de mi sabiduría valerme de hombres flacos para ejecutar mis consejos, y manifestar de esta suerte más gloriosamente mi poder; no pudiendo ellos atribuirse cosa alguna por su debilidad? Pues, Jesús mío, respondí, mostradme el camino, y modo de ejecutar vuestros preceptos. Irás, me dijo, a mi siervo (era éste el V. P. Colombière) y le dirás en mi nombre, que procure con todas sus fuerzas se instituya este religioso culto; que será muy agradable a mi Corazón; y que no desmaye por los muchos embarazos que ocurrirán; pues debe saber que no hay cosa imposible al que, desconfiando de sí, pone en mí toda su confianza”. Hasta aquí las palabras de la V. Margarita, que se hallaron entre los escritos del V. P. Colombière.
Recibió este Venerable Padre con toda veneración el mandato del Señor; y en cuanto le duró la vida, procuró con todas sus fuerzas extender el sagrado culto del divinísimo Corazón. Pero se puede seguramente afirmar que le propagó desde el cielo con mayor felicidad que en la tierra; porque, hallándose entre sus manuscritos, después de su muerte, la revelación referida, y dándose a luz pública 33con las célebres obras de este predicador apostólico, empezaron muchas almas piadosas a practicar privadamente el soberano culto: y, habiendo sido recibido con ardor amante de algunos corazones bien dispuestos, empezaron luego a salir a luz algunos libritos piadosos, que exhortaban a celebrar las glorias del Corazón sacrosanto del Señor en la forma que él mismo había mandado a la V. Madre Margarita y había publicado el V. Padre Colombière.
 Pero apenas empezó a divulgarse con alguna mayor publicidad esta piadosa devoción, cuando se levantó contra ella una persecución 34tan deshecha, que sólo el Corazón del dulcísimo Jesús y su poder infinito pudiera deshacerla. Decíanse tantas injurias, contumelias y casi blasfemias contra el mismo sacrosanto nombre del culto del Corazón, contra los que le promovían y contra los que le practicaban, que no se podían oír entonces ni escribir ahora sin horror. Esta tormenta tempestuosa sirvió a la Divina Providencia de establecer más sólidamente el sagrado culto entre las olas de la persecución, y adelantarle con mayor prosperidad. Así sucede de ordinario a los designios que han de ser para grande gloria de Dios, edificación de la Iglesia y provecho de las almas, como lo ha sido y será en adelante (como lo esperamos) el culto del Santísimo Corazón; el cual se hizo más célebre y público con las altercaciones35 entre los Gremios todos de piedad; perseguido de muchos y favorecido de no pocos. Retiróse, digámoslo así, el dulcísimo Corazón de Jesús a los claustros religiosos de ambos sexos, mientras pasaba tan furiosa tempestad.
 Empezaron a aconsejar el sagrado culto los confesores y directores de almas, y a publicarle desde los púlpitos los predicadores más celosos; esparciéndose por toda la Francia nuevos libritos de piedad que le ensalzaban; estampáronse imágenes del divino Corazón, expusiéronse a la veneración pública; consagráronsele altares, erigiéronsele templos, fundáronsele Congregaciones con aprobación de los Prelados y de la Santa Sede;36 señalóse el día después de la Octava del Corpus para celebrar con solemne pompa especial fiesta al mismo deífico Corazón; promulgaron su sagrado culto con sus edictos los Ilustrísimos Arzobispos y Obispos de León37, Constancia, Besanzon y Langres; y estos dos últimos Prelados le señalaron Misa propia, la cual quisieron se insertase en los misales peculiares de sus diócesis; toda la Orden del gran Padre San Benito38 en el Cristianísimo Reino abrazó el dicho culto con Oficio propio y rito doble de segunda clase, y toda la esclarecida de la Visitación de Santa María39, tan interesada en este sagrado culto (como nacido en sus religiosísimos claustros, a quienes ilustraba la Venerable Margarita, primero y principal instrumento de esta grande obra), le empezó a celebrar públicamente en sus iglesias con la mayor solemnidad, habiendo conseguido a este fin muchas indulgencias de los señores Obispos y Sumos Pontífices para los que visitasen sus templos este día; y para mostrar más su piadoso afecto al Sagrado Corazón le celebra un día cada mes con comunión de todas sus religiosas.
 De esta suerte florecía en Francia este celestial culto, extendiéndose por todas sus provincias con grande fruto de las almas, cuando la Divina Providencia dispuso un medio, el más eficaz, para dilatarle por todo el orbe cristiano. Fue éste la cruelísima peste, con que afligió la divina Justicia al Cristianísimo Reino el año de 1721: porque de común consentimiento, inspirado del cielo, todas las ciudades afligidas del terrible azote recurrieron como a sagrado asilo al benignísimo Corazón de Jesús: hicieron público y piadoso voto de celebrar todos los años su fiesta las ciudades de Marsella, Aix, Aviñon, Tolón y Arlés, aprobándolo sus Ilustrísimos Prelados y exhortando con sus decretos al mismo sagrado culto: para cuya mayor solemnidad determinó el ilustrísimo Arzobispo Primado de la Francia que se celebrase como fiesta de precepto en toda su diócesis el día después de la Octava del Corpus, dedicado al sacrosanto Corazón, mandando se expusiese en todas las iglesias el Santísimo Sacramento (imitado en esta singularísima demostración del Ilustrísimo Obispo de Tolón), logrando por este medio preservar a su provincia del contagio, que ya se iba arrimando a sus puertas; como lograron las ciudades afligidas, por medio de sus piadosos votos, el disiparle después de introducido en ellas: suceso que acreditó de milagrosa la soberana protección del divino Corazón, y con que se encendieron más en la amante devoción de su sagrado culto los ánimos y afectos todos de los señores Obispos, Príncipes, magistrados y ciudades, de toda la nobleza y plebe del Cristianísimo Reino, y aun de otras provincias fuera de él, a quienes llegó esta felicísima noticia.
 Así logró la amorosa Providencia de nuestro buen Jesús extender el culto de su amante Corazón por casi todo el orbe cristiano: pudiéndose decir que ya en nuestros días se halla empeñada en su favor toda la piedad del Cristianismo. Porque tiene a su favor más de cuatrocientas Congregaciones dilatadas por toda la Europa y aun la América; tiene a su favor las provincias en que están fundadas, es a saber: la Francia, Italia, Alemania, Polonia, Bohemia, Lituania, Flandes, la China, Canadá, y algunas islas. Tiene a su favor muchas iglesias, así seculares, metropolitanas, catedrales, colegiatas, parroquiales, como regulares de ambos sexos, de San Benito, San Bernardo, San Agustín, Santo Domingo, San Francisco, Carmelitas, Capuchinos, Compañía de Jesús y otras muchas, en que están establecidas dichas Congregaciones. Tiene a su favor más de ciento diecisiete señores Arzobispos y Obispos, que han aprobado con sus edictos estas Congregaciones. Tiene a su favor muchos Príncipes eclesiásticos y seculares, que han suplicado a la Santa Sede por la extensión y confirmación de este dulcísimo culto para toda la Iglesia, entre los cuales sobresale mucho el Serenísimo Augusto, Rey de Polonia, quien empeñó su soberana autoridad con el Santísimo Benedicto XIII para que extendiese a todo el orbe este piadoso culto del deífico Corazón de Jesús, a quien él y todo su reino estaban singularmente consagrados como a especialísimo protector y celestial patrono de toda la Polonia. En fin, tiene a su favor a la misma Santa Sede, en más de cuatrocientos Breves, o Bulas Pontificias, con que han aprobado dichas Congregaciones y concedídolas facultad de celebrar un día cada año fiesta al Sagrado Corazón; honrándolas también con muchas y grandes indulgencias que sirviesen a promover esta piadosa y tierna devoción los Santísimos Pontífices Clemente IX, Clemente X, Inocencio XII, Clemente XI, Inocencio XIII, Benedicto XIII y Clemente XII, Papa reinante.
De esta suerte se ha propagado el culto del divinísimo Corazón de Jesús, conducido, digámoslo así, en manos de su amable Providencia, a quien solamente se debe atribuir una conmoción tan universal de los fieles; pues, no habiendo habido reino, provincia, o familia alguna religiosa que haya tomado a su cargo con especial empeño esta piadosa causa, se puede decir que no reconoce ni ha debido sus progresos a otro que al mismo Jesús;40 quien, sin duda, está declarado poderoso protector y único agente de este suavísimo culto, el cual suplican a su bondad muchas almas españolas se digne establecer y propagar también por nuestra España, como lo esperamos.41 Y porque esta esperanza está sólidamente fundada y empiezan ya a descubrirse los efectos maravillosos del Corazón Sagrado, será bien declarar brevemente la esencia de este celestial culto, cuya explicación más difusa se dará también en lo restante de este librito.
El mismo Jesús nos declaró en la revelación referida,42 cuyas palabras (dignas de atenta reflexión) expresan el objeto, los motivos y aun el principal ejercicio de este culto, que tiene la recomendación de ser Jesús, no solamente su autor, sino también maestro, que, sin fiarla de los hombres, nos dio por sí mismo su genuina explicación e inteligencia. El objeto de este culto, según las palabras del Señor, es su deífico Corazón, considerado como trono de su amor, y como blanco de las injurias de los hombres (esto simbolizan el trono de fuego y demás insignias, con que quiso Jesús se delineasen las imágenes de su adorable Corazón): los motivos son su ardentísimo amor y las injurias con que es correspondido. De donde consta que el culto del Corazón, o su esencia, consiste en “corresponder al infinito amor con que nos ama; y en reparar sus ofensas con cuantos obsequios puede inventar la piedad cristiana”. Y porque en el Santísimo Sacramento se muestran más patentemente el amor de Jesús para con los hombres y las malas correspondencias de éstos para con Jesús, el principal ejercicio de este culto es el que mira a aquel su amante Corazón, explicando finezas en la Eucaristía y experimentando en ella al mismo tiempo ingratitudes. Por ello señaló Jesús el día después de la Octava del Corpus para la celebridad de su fiesta y mandó expresamente a la Venerable Madre Margarita, como principal obsequio, la comunión de este día. Y aquí empieza ya a descubrirse la maravillosa excelencia de este dulcísimo culto: porque ¿cuán excelente no será un culto, que tiene objeto y motivos tan soberanos? Ni ¿qué motivos puede haber más eficaces para empeñar todos los afectos de nuestra devoción? Ni ¿qué objeto se puede proponer más amable y poderoso para atraer los cariños de la piedad cristiana?43

 21 Santa Gertrudis (1256-1302), apellidada la “Grande”, entró en el monasterio benedictina de Helfta, siendo abadesa del mismo Gertrudis de Hackeborn y teniendo como Maestra de novicias a Santa Matilde, hermana de la abadesa. Es una de las grandes místicas alemanas de la Edad Media, que escribió preciosas obras donde el Corazón de Jesús ocupa un lugar relevante.
22 Insinuatio Divinae Pietatis, Libro 4, cap 4, edit. Matrit.
23 Se compara aquí la semejanza de ambas fiestas: la del Corpus y la del Corazón de Jesús. Ambas fueron pedidas por el mismo Señor; a Santa Juliana de Cornillon la del Corpus, a Santa Margarita la del Sagrado Corazón. Ambas tuvieron que sortear muchas dificultades y contradicciones, pero al final se consiguieron. Santa Juliana (1192-1258) era priora del convento de Agustinas de Monte Cornillon, cerca de Lieja. El Señor le manifestó su deseo de que hubiera una fiesta en la Iglesia para honrar su Presencia eucarística (la festividad del Corpus Christi), que se celebró por primera vez en Lieja, en 1246.
24 Una de las obras mejores de la Compañía de Jesús en Bélgica ha sido la realizada por los llamados “Bolandistas”, expurgando del Santoral mil leyendas sin fundamento histórico, que el tiempo fue acumulando sobre las vidas de los Santos y haciendo una labor de crítica histórica excelente. Los Bolandistas son –dice el Diccionario Espasa- “una agrupación de escritores eclesiásticos, principalmente de la Compañía de Jesús, destinada a publicar y depurar los relatos de la vida de los Santos de todos los países y tiempos”. El P. De Smedt (presidente de la asociación a principios del siglo anterior) dice que: “Buscar y proclamar la verdad histórica, y nada más que la verdad, a pesar de las contradicciones de todo género a que puede dar lugar este proceder, y no perdonar medio para divulgar esta verdad, tal es nuestro constante y única preocupación”. De esta obra dijo el Papa Alejandro VII que “es la más útil y honrosa de las emprendidas para bien de la Iglesia católica”. Quien concibió el primer plan de los Bolandistas en 1603 fue el P. Rosweyde (1569-1629), al que siguió el P. Juan de Bolland, belga, (1596-1665) de quien viene el nombre de la Asociación, y cuya firma llevan los dos primeros tomos de las Acta Sanctorum. Nació esta Asociación en Bruxelas y, después de muchos avatares, regresó de nuevo a la capital belga, donde existe un Museo Bolandiano que comprende, entre otras cosas, una biblioteca de más de 150.000 volúmenes escogidos. De 1643, en que salen los dos primeros tomos del P. Bolland, hasta 1770 se publican cincuenta tomos (meses de enero a septiembre). En tiempos del P. Bernardo de Hoyos se habían publicado ya la mitad de ellos (de enero a julio). (Diccionario Espasa, vocablo Bolandistas, tomo VIII)
25 Santa Margarita murió en la tarde del 17 de octubre de 1690. Tenía entonces 43 años y 18 años de profesión religiosa.
26 Margarita de Alacoque fue proclamada Venerable por el Papa León XII en 1824, Beata por Pío IX en 1864 y finalmente Santa por su Santidad Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.
27 Tres fueron las principales revelaciones que tuvo Santa Margarita acerca del Sagrado Corazón: la primera el 27 de diciembre de 1673 cuando está adorando al Señor Sacramentado en el coro bajo, y que ella describe así: Mi divino Corazón está tan apasionado de amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo.... La segunda tiene lugar en el año 1674. En ella el Señor la pide que comulgue tantas veces cuantas la obediencia quiera permitírtelo; comulgarás, además, todos los primeros viernes de cada mes; todas las noches del jueves al viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los Olivos... La tercera, llamada con razón “la Gran Revelación”, ocurrió el 16 de junio de 1675 cuando, estando ante Jesucristo sacramentado, le descubre el Señor su Corazón al tiempo que le dice: He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y no recibe en reconocimiento de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan. Por esto te pido que se dedique el primer viernes de mes después de la octava del Santísimo Sacramento a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día y reparando su honor con un acto público de desagravio, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que he estado expuesto en los altares. Te prometo además que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que den este honor y los que procuren le sea tributado.                                                                                                                        Ante esto respondió la Santa: Y ¿cómo puedo cumplir estos encargos? A lo que le respondió el Señor: Dirígete a mi siervo (el Padre Claudio de la Colombiére) y dile de mi parte que haga cuanto pueda para establecer esta devoción y complacer así a mi Corazón divino; que no se desanime a causa de las dificultades que se le presenten y que no le han de faltar; pero debe saber que es omnipotente aquel que desconfía enteramente de sí mismo para confiar únicamente en Mí.                                                    
Sin duda, es a esta revelación de 1675 a la que alude el texto. (Vida y Obras de Santa Margarita, P. Sáenz de Tejada, edit Mensajero, 1943. Bilbao; pgs 33-38)
28  Claudio de la Colombière nace en 1641 en un pueblo del Delfinado y morirá en Paray-le-Monial en 1682. Concluye su formación jesuítica en febrero de 1675, siendo enviado como Superior a la pequeña Residencia que la Compañía de Jesús tenía en aquella villa. Cuando, a los pocos días de llegar, entra en el locutorio para saludar a las Salesas, Santa Margarita escucha en su interior una voz que le dice: Este es el que te envío.  
29 Al año de estar en Paray-le-Monial, dadas sus extraordinarias dotes como orador sagrado, le envían sus Superiores a Inglaterra como predicador oficial de la Duquesa de York. Abandona Paray-le-Monial en 1676 y pasará dos años en Inglaterra, donde se ve envuelto en un proceso, encarcelado y expulsado so pretexto de haber difundido la religión católica. A fines de 1678 regresa a Francia, muy débil y enfermo.
30 Tienen que ser los Ejercicios de ocho días, bien de 1676, hechos en Paray, o los de 1677-78, en Inglaterra.
31 Conocemos algún nombre de personas inglesas, a los que el P. La Colombière comenzó a hablarles del culto al Corazón de Jesús, entre otros al franciscano P. Wall.
32 Es fácil que se refiera al P. Jean Croiset, que trabó contacto espiritual con Santa Margarita María. En otoño de 1689 visita a la Santa, mantiene frecuente correspondencia con ella, y como respuesta a su petición escribirá el libro titulado: La devotion au Sacré Coeur de Nôtre Seigneur Jesús Christ. En su obra desarrolla la dimensión espiritual de la devoción al Corazón de Jesús en tres partes: 1) Razones que justifican esta forma de piedad, 2) Disposiciones que la fomentan, 3) Modos de practicar esta devoción. El P. Croiset nació en Marsella en 1656 y murió en Avignon en 1738.
33 Al poco tiempo de morir el P. De la Colombière (1682) se publica su famoso Retiro espiritual, donde narra la revelación hecha a Santa Margarita. Dio la casualidad que ese libro llegó pronto a Paray-le-Monial y comenzó a leerse en el comedor de la Comunidad. Santa Margarita era entonces Maestra de novicias y no pudo menos de sonrojarse al oir leer, puesto en boca del P. La Colombière: Entendí que Dios quería servirse de mí procurando el cumplimiento de sus deseos respecto a la devoción, que ha sugerido a una persona con quien El se comunica muy confidencialmente y cerca de la cual quiso servirse de mi flaqueza. Habiéndose Dios declarado a dicha persona, de quien hay motivos para creer que es según su Corazón, por las gracias extraordinarias de que la colmó, dióme cuenta de ello y yo la obligué a que me dijera por escrito lo que me había comunicado, lo cual me pareció bien referir en este diario de mis ejercicios espirituales. Seguía el relato completo de la Gran Revelación escrito por la misma Margarita María. (Vida y Obras de Santa Margarita , por José Mª Sáenz de Tejada, Edit Mensajero, 1943, pg 55)
34 Siempre ha sido característico de las obras de Dios el sufrir persecuciones e incomprensiones, incluso de aquellos que debieran favorecerlas, como ocurrió en los principios de esta devoción. Podríamos aquí decir la famosa frase: Digitus Dei est hic (aquí está el dedo de Dios).
35 altercados, discusiones...
36 Lo que sucedió en Francia tres décadas antes (divulgación de imágenes, libros, erección de templos y de Congregaciones del Corazón de Jesús...) es lo que va a suceder en España con el P. Bernardo de Hoyos y su Equipo, el famoso Grupo de los Cinco: Hoyos, Loyola, Cardaveraz, Calatayud y Peñalosa.
37 La ciudad de Lyon. Fue en esta ciudad a donde vendrá, enfermo, el P. De la Colombière después de su estancia en Inglaterra. Aquí será Padre Espiritual de los jóvenes jesuitas, que allí estudiaban la filosofía. Entre sus dirigidos estaba el P. José de Gallifet, quien habría de ser uno de los mejores propagandistas de este culto y devoción.
38 La Orden benedictina ha tenido desde antiguo una cierta predilección por el Corazón herido del Salvador. En el paso de la Patrística a la Edad Media (siglos VII al X) los Abades benedictinos alimentaban a sus monjes con sus comentarios de la Escritura y con sus obras, donde encontramos hitos que conducen al Corazón. En el Comentario al Cantar de los Cantares, en este período de transición, se recoge la sangre de Jesús, las gracias místicas sacadas de la fuente que es el Corazón y la devoción a la Pasión. El abad benedictino Jean de Fécamp (+ 1078) nos habla de la “mansedumbre” de Cristo en estos términos: “Jesús es manso en la apertura de su costado: su herida, ampliamente abierta, nos ha puesto de manifiesto las riquezas de su bondad, es decir, nos revela la caridad de su corazón para con nosotros”. El abad Guillermo de Thierry (+1149), benedictino y discípulo de San Bernardo, escribirá: “Al acercarse a la feliz herida del costado, a esa puerta abierta en el lado del arca, no solamente meteré el dedo y la mano, sino que penetraré todo entero hasta el Corazón mismo de Cristo” . Benedictina fue también Santa Ludgarda de San Trond (1182-1246), a quien Cristo le descubrirá la herida del costado, diciéndole: “Contempla aquí lo que debes amar y por qué debes amar. Te prometo que aquí te haré gustar las delicias de toda pureza”. Y benedictina fue la llamada Escuela del monasterio de Helfta, con figuras tan importantes como Matilde de Magdeburgo, Santa Matilde Hackeborn y Santa Gertrudis la Grande, todas ellas en el siglo XIII. Más tarde aparecerá Luis Blossio (1506-1566), belga, que ingresará en la abadía benedictina de Liessies y tendrá frecuentes alusiones al Corazón de Cristo, unido siempre al recuerdo de la pasión. Nada tiene, pues, de extraño que la Orden benedictina se adhiriera prontamente al movimiento devocional creado en Paray-le-Monial por Santa Margarita.  (Cor Salvatoris, Stierli, edit Herder)
39 En efecto, la Orden de la Visitación (popularmente Salesas), fundada por San Francisco de Sales y Santa Francisca Fremiot de Chantal, se distinguió ya desde sus inicios por el cultivo de esta devoción. De San Francisco de Sales (1567-1622) dice Pío IX al declararle Doctor de la Iglesia: “Echó la semilla del culto al sagrado Corazón de Jesús”; por su parte, Santa Juana Francisca escribirá: “¡qué dulce que nos haya escogido para hacernos las Hijas de su Corazón”. Los 140 monasterios que contaba la Orden de la Visitación contribuyeron en gran manera a extender esta devoción.
40 La tesis del P. Loyola es que quien ha difundido su culto es el mismo Jesucristo, dando él mismo a conocer el objeto , los motivos e incluso algunos ejercicios piadosos de ese culto.
41 “como lo esperamos”, así escribe el P. Loyola en su manuscrito, que luego saldrá a la imprenta en 1734 en Valladolid y en 1735 en Barcelona. Pero cuando saca en Madrid la tercera edición delTesoro escondido en 1736, escribe : “como esperamos y experimentamos ya”. En aquellos solos dos años de intervalo, la devoción y el culto al Corazón de Jesús hizo grandes progresos en España.
42 La revelación hecha a Santa Margarita de Alacoque el 16 de junio de 1675.
43 Al concluir este Primer Párrafo o Capítulo del Tesoro escondido, añadirá el P. Loyola en su tercera edición de Madrid dos capítulos, titulados: Origen del Culto del Corazón Sagrado de Jesús en nuestra España, y Continúa la misma materia, y se prueba la solidez de estos favores. En efecto, el primero es una parcial biografía del P. Bernardo de Hoyos, que pone de relieve las principales gracias recibidas por él desde el 3 de mayo de 1733 al domingo de la Santísima Trinidad de 1734. Y el segundo da a conocer cómo se ha ido extendiendo esta devoción y culto al Corazón de Jesús en nuestra Patria: Por prueba sólida de su verdad creíble, presento los maravillosos frutos de perfección y rápidos progresos que ha hecho la devoción del Corazón Sagrado en estos reinos. En poco más de dos años no ha quedado provincia, reino ni ciudad apenas de nuestra ínclita nación, que no haya recibido con piadoso aplauso y sagrado empeño la devoción al Sagrado Corazón de Jesús”. Junto con esto, expone la actividad apostólica, desarrollada por Bernardo, para extender este culto. Con relación al librito del Tesoro, escribe así Loyola en ese capítulo: “El mismo P. Bernardo le corrigió, hizo copiar a su gusto y cuidó de la primera impresión. Si ha hecho o hiciere algún fruto en las almas, se debe a los fervorosos afectos con que le puso y, digámoslo así, le imprimió muchas veces en la celeste oficina del Corazón sacratísimo de Jesús, viendo en este espejo muchos sucesos futuros del libro, y gozando singulares favores al tiempo de ofrecerle impreso al Corazón sagrado en el Santísimo Sacramento del Altar. Pero díganos el mismo P. Bernardo con su pluma absorta en las delicias del cielo, lo que le pasó al tiempo de su oferta. “Quiso el buen Jesús, dice, que repitiese la oferta con mayor solemnidad (habíale ofrecido antes al Señor); porque, al tiempo de comulgar, se me manifestó Jesús por una maravillosa visión con su Corazón sacrosanto abierto, y convertido todo en un soberano incendio. Acompañábanle su Santísima Madre, los tres Santos amantes discípulos del Corazón Sagrado, y no faltó nuestro glorioso Padre San Ignacio, con el V. P. La Colombière. Por otro lado estaban la V. Madre Margarita y Santa Gertrudis, tan interesadas en el sagrado culto, con Santa Teresa y Santa María Magdalena de Pazzis, a las cuales había hecho yo una novena, encomendándolas el asunto del Corazón Sagrado. Aquí, delante de tantos cortesanos del cielo y amigos nuestros, hizo segunda vez mi alma la oferta del librito, el cual miró el dulcísimo Jesús con mucho agrado”. Y concluye al final del capítulo: “...éstos son algunos de los sólidos frutos de santidad que han producido y cada día producen los favores y revelaciones que el Sagrado Corazón de Jesús hizo al P. Bernardo”.

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