martes, 25 de noviembre de 2014

V.- AFECTOS PARA EJERCITARSE EN EL SUAVISIMO CULTO DEL DIVINO CORAZON DE JESUS.


Después de haber explicado en general los ejercicios, de que se compone este celestial culto y confirmádolos con las prácticas, que enseñaron personas tan ilustres en santidad y en la mística; para que mejor se comprendan, ha parecido poner aquí algunos afectos148 y oraciones149 al Corazón Sagrado y amabilísimo de Jesús, que sirvan de ejemplar a las que a cada uno inspirare su devoción.
Alabanza y adoración al Corazón de Jesús.
Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! Oh Corazón inefable y verdaderamente incomprensible, digno de ser adorado con infinitas alabanzas por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad150 entre todas las criaturas! Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los sentidos de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines, de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima.
Ejercicio de amor al Corazón de Jesús.
Oh Corazón amantísimo de Jesús! Corazón nobilísimo, generosísimo, liberalísimo, mansísimo, humildísimo, ardentísimo en el amor de los hombres! Oh Corazón de mi Redentor, de mi Padre, de mi Esposo! Oh Corazón, refugio de mi alma, víctima por mis pecados, descanso de las almas castas! Oh Corazón amabilísimo, herido con la lanza por mi amor!151 Yo os amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas; y deseo continuar este amor todos los instantes de mi vida y que os amen con igual amor todos los hombres.
Invocación al Corazón de Jesús.
Oh Corazón poderosísimo, Señor 152 de todos los corazones! Sujetad nuestros corazones a vuestro imperio; ejercitadle en las almas justas y obligad con vuestro poder a que os sirvan los corazones ingratos y rebeldes. Oh Corazón, ejemplar perfectísimo de todos los corazones! Haced los nuestros semejantes a vos mismo en la humildad y en la mansedumbre, que quisísteis aprendiésemos de vos.
Dolor por las injurias cometidas contra el Corazón de Jesús.
Oh Corazón de Jesús amantísimo de los hombres, y al mismo tiempo sumamente ultrajado por el olvido de vuestro amor! Yo ingrato pecador, conmovido vehementemente con las injurias y contumelias que padecéis de nuestra ingratitud, especialmente en el Santísimo Sacramento de Amor,153 llego a vos, reconociéndome reo, y pidiendo perdón por mí y por todos los hombres. ¡Oh Corazón dulcísimo, si yo pudiera borrar con mis lágrimas y sangre todos los sacrilegios y ofensas cometidas contra Vos!
Ofrecimiento de sí mismo y de todas sus cosas al Corazón de Jesús.
El V. P. Colombière, de quien hicimos mención al principio de este librito, después de haber explicado los motivos de este heroico ofrecimiento, pone su fórmula:154 la cual pareció trasladar aquí en sus propios términos, para las almas que aspiran a una elevada perfección y al amor más fino del divinísimo Corazón de Jesús. Dice así:
“Oh Corazón de mi amantísimo Jesús! Corazón dignísimo de toda mi adoración y amor! Yo N., inflamado en el deseo de compensar y borrar tantas y tan graves injurias cometidas contra vos, y para huir cuanto está de mi parte el vicio de ingrato, os entrego y consagro del todo mi corazón con todos sus afectos, y a mí mismo con todo cuanto soy enteramente. Protesto que es mi deseo puro y sincero de olvidarme del todo desde esta hora y momento, de mí mismo y de todas mis cosas, para que, quitados todos los impedimentos, pueda entrar en vuestro sacrosanto Corazón, que con singular misericordia me habéis abierto, y habitar en él vivo y muerto con vuestros fieles siervos. Encendido, pues, todo en vuestro amor, ofrezco gustoso a este divinísimo Corazón todo el mérito y satisfacción que puedo tener en los santos sacrificios de la Misa, oraciones, obras de penitencia, humildad, obediencia y de todas las demás virtudes que ejercitare por todo el tiempo de mi vida hasta el último aliento de ella. No sólo quiero hacer todo esto en alabanza y honra del Corazón de Jesús, sino que también le pido humilde e instantemente, no se dedigne de admitir esta perfecta donación de todas mis cosas, que hago a este Santísimo Corazón: de suerte que pueda disponer de todas ellas a su arbitrio, aplicándolas a quien fuere servido, o destinándolas al fin que más le agradare. Y porque ya tengo cedida a las ánimas del Purgatorio toda la satisfacción que pueda tener en mis obras, deseo se les aplique, según el beneplácito del Corazón de Jesús. Pero no debiendo impedir esta mi donación que yo pueda ofrecer las Misas y oraciones según lo pidieren algunas veces la obediencia y caridad, habiendo de valerme entonces de los bienes ajenos y que ya pertenecen al Corazón de Jesús, es mi intención que todas las obras de virtud que ejercitare entonces, queden dedicadas y consagradas al Corazón de Jesús, como bienes propios suyos. ¡Oh Corazón santísimo! Enseñadme, os ruego, el camino que debo tomar para que, olvidado enteramente de mí mismo, llegue a conseguir la pureza de vuestro amor, cuyo deseo me habéis infundido. Abrásome en vehementes deseos de agradaros; pero siento que de ningún modo podré llegar a conseguir lo que deseo sin aquel grande auxilio, que Vos solamente podéis darme. Perfeccionad, pues, en mí, oh Corazón santísimo, todo lo que os es agradable y conforme a vuestra voluntad. Conozco ciertamente que yo repugno y resisto; pero, si no me engaño, no quisiera resistir: a Vos os toca dar y perfeccionarlo todo. A vos sólo, oh Corazón santísimo, se deberá toda la gloria de mi santidad, si mereciere finalmente el conseguirla: ni yo quiero aspirar en adelante a la misma santidad con otro fin, sino el de vuestra gloria y alabanza. Amén.
Este es el devotísimo ofrecimiento del Venerable Padre Colombière, digno de su elevado espíritu y propísimo para formar y encender amantes serafines al sacratísimo Corazón de Jesús. Acaso le aprendió de su hija espiritual la Venerable Margarita, quien, a petición155 del mismo Jesús, hizo semejante entrega de sí misma y de sus cosas al Corazón Sagrado; mereciendo en recompensa, al entregársela escrita, que el mismo Señor la hiciese igual donación con auténtica escritura, firmada o rubricada con el sello real de su sacrosanto Nombre, del tesoro inmenso de su sacratísimo Corazón y de las inestimables riquezas que en él se encierran. Si alguna persona que aspirare a la perfección, quisiere hacer este feliz contrato con el Corazón deífico de Jesús, en virtud del cual el alma, renunciando la legítima de sus buenas obras en Jesús, queda mejorada en los bienes y riquezas de su divino Corazón, podrá para mayor muestra de la voluntad con que se ofrece, autenticarle con su firma, añadiendo también el año, mes y día, en que le hiciere;156 y esto sería bien fuese el día después de la Octava del Corpus o algún otro de los Viernes consagrados157 al Corazón Sagrado de Jesús, después de haberle recibido en la sagrada comunión; y, para mayor firmeza de su afecto, podrá renovarle todos los años el día de la fiesta principal del Corazón y en las mayores solemnidades de Cristo, Dios y Señor nuestro. Pero, para precaver escrúpulos, se advierte, que este piadoso ofrecimiento, de suyo ni es voto ni trae consigo obligación alguna de pecado mortal o venial, sino una noble y generosa demostración de la fineza de su amor al amante Corazón de Jesús.
Algunas preces piadosas al dulcísimo Corazón de Jesús.
Puédese rezar a honor del Sagrado Corazón de Jesús una corona158 compuesta de cinco cuentas mayores y treinta y tres menores: éstas, en reverencia de los treinta y tres años que el Señor vivió en el mundo; aquéllas, en honra de las cinco llagas: y toda esta corona de piadosos afectos, en correspondencia de aquella de espinas penetrantes, con que vio coronado al Corazón santísimo la Venerable Madre Margarita.
Alma de Cristo, santifícame.
Corazón de Cristo, enciéndeme
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame
Agua del Costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame
Oh buen Jesús, óyeme!
Entre tus Llagas, escóndeme
No permitas que me separe de Ti
Del enemigo maligno, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame
Y manda que venga a Ti
Para alabarte con tus Santos
En los siglos de los siglos. Amén.159
Antes de cada cuenta mayor se dirá el afecto siguiente.
Dulcísimo Jesús! Haced mi corazón según el vuestro.
A cada cuenta de las mayores se dice.160
Adorámoste, Cristo afligidísimo en el Huerto, despreciado todavía de los hombres ingratos en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Tu sólo Santo; tu sólo Señor, tu sólo Altísimo Jesús.
A las cuentas menores se dice.
Adórote, Corazón sacratísimo de Jesús: enciende mi corazón con el divino fuego en que te abrasas.
Al fin se reza el Padre nuestro y Ave María, con la oración siguiente.
ORACION
Oh Jesús, que con inefable milagro del amor de tu Corazón te dignaste darte todo en manjar a nosotros en el Sacramento del Altar, concede que todos los que detestamos y lloramos de todo corazón las injurias y sacrilegios cometidos por los mortales ingratos contra Ti en este sagrado misterio, seamos encendidos con los afectos del mismo sacrosanto Corazón, y ensalcemos la misericordia del mismo divinísimo Corazón con dignas alabanzas por toda la eternidad. Amén.
Otras preces y afectos piadosos al Corazón de Jesús.161
Corazón de Jesús, Templo dignísimo del Padre Eterno:
Inflama mi corazón con el amor divino en que te abrasas.
Corazón de Jesús, asiento del Verbo Divino:
Inflama, etc.
 Corazón de Jesús, morada del Espíritu Santo:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, Sagrario de la Santísima Trinidad:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la Divinidad:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, en quien están depositados los tesoros de la Sabiduría eterna:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, en quien se encierran las riquezas del amor increado:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, afligido por nosotros:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, injuriado con nuestras ingratitudes:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, herido con la lanza por nuestros pecados:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, fuente de toda consolación:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, refugio de los atribulados:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, amparo y defensa de los que te adoran:
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos:
Inflama, etc.
Jesús manso y humilde de Corazón
Haced mi corazón según el vuestro
ORACION
Señor Jesucristo, que te dignaste descubrir las inefables riquezas de tu Corazón con nuevo beneficio de tu Iglesia; concede que podamos corresponder al amor de este Corazón sacratísimo, y compensar con dignos obsequios las injurias hechas por los hombres ingratos al mismo afligidísimo Corazón. Amén.
Estas son las fórmulas que pueden servir de ejemplar a los muchos y piadosos afectos en que pueden ejercitar las almas espirituales su devoción amante al divino Corazón, según él mismo las inspirare.

147 Este Párrafo V contiene tres partes o secciones: 1) Diversos afectos al Corazón de Jesús, entre los que destaca el ofrecimiento o consagración del P. La Colombière  2) una especie de “rosario del Corazón de Jesús”, que se inicia con el rezo de la conocida oración del Alma de Cristo, en la que aparece una invocación nueva, que no aparecía antes en esta oración del siglo XV, y es:Corazón de Cristo, enciéndeme.  3) Las letanías al Corazón de Jesús, más abreviadas que las actuales.
148 Los afectos que pone el P. Loyola son afectos de adoración, alabanza, amor, súplica, ofrecimiento de sí mismo y dolor por las injurias que se cometen contra el Corazón de Jesús.
149 Las oraciones se reducen a dos: el rosario del Corazón de Jesús y las letanías.
150 Aparece el Corazón de Jesús, unido a la Trinidad por ser el Corazón del mismo Verbo de Dios encarnado. Es el aspecto “trinitario” del Corazón del Señor.
151 Aparece aquí el Corazón de Jesús como un Corazón lleno de valores: nobleza, generosidad, mansedumbre, humildad y amor; como un Corazón que puede sentirse de modos diferentes según nuestra situación existencial del momento: como Padre, como Redentor o como Esposo del alma. Es un Corazón considerado igualmente como víctima, refugio o descanso de nuestro propio corazón. Es, finalmente, un Corazón herido. Podemos decir que este Corazón herido ha sido el origen de la mística medieval en lo que respecta a la devoción al Corazón de Jesús.
152 El Corazón de Jesús no es solamente el Corazón ultrajado y herido por la ingratitud de los hombres, sino también el Corazón de un Rey, de quien es el Señor de los señores, del Cristo glorioso del Apocalipsis que podría aplastarnos con su poder, pero que no lo hará nunca, porque su Corazón está colmado de mansedumbre y humildad, y su poder no es de dominación sino de servicio.
153 Aquí aparece como el Corazón “eucarístico” de Jesús, cuyo amor en el sacramento del altar no es correspondido. Es el Corazón que impactó de manera especialísima al Beato Don Manuel González y fue para él el mayor acicate de su abundantísimo apostolado a favor de la Eucaristía.
154 Esta es la fórmula de consagración, hecha al Corazón de Jesús, por el P. Claudio de La Colombière. Sabemos que tanto el P. La Colombière como Santa Margarita decidieron consagrarse al Sagrado Corazón el mismo día, el 21 de junio de 1675, que coincidía con el viernes siguiente a la Octava del Corpus. Esta consagración la harán unos años más tarde el P. Hoyos y todos sus colaboradores y será como el “secreto” que les unirá en una misma y gloriosa tarea: la de extender y fomentar la devoción al Corazón de Jesús por todos los medios posibles.
     Si estudiamos un poco la fórmula de consagración veremos que es consagrarse a un Corazón que ama, pero que no es correspondido, y eso está pidiendo una reparación (redamatio). Losmotivos para consagrarse son dos: reparar las injurias y huir de la ingratitud. La extensión de la consagración abarca: el corazón con todos sus afectos y la propia persona enteramente. Losmedios para hacer eficaz la consagración son: olvido de uno mismo, ofrecimiento del mérito y satisfacción que uno pueda tener en su vida para que disponga de todo ello el Corazón de Jesús, la cesión de todas las “satisfacciones” en provecho de las almas del Purgatorio y la intención de que todas las obras buenas queden dedicadas al Sagrado Corazón. Las peticiones que se hacen son dos: conseguir la pureza del amor y aspirar a la santidad únicamente con el fin de dar al Corazón de Jesús la mayor gloria posible.
155 En la edición de Barcelona (1735) pone insinuación, en vez de petición (que aparece en las ediciones de Valladolid y Madrid).
156 Sabemos que el P. Bernardo de Hoyos hizo su consagración al Corazón de Jesús, utilizando la misma fórmula del P. La Colombière, el 12 de junio de 1733, que correspondería a la fiesta del Corazón de Jesús aunque por entonces esta fiesta no existía en España. Sus colaboradores también se consagraron al Corazón de Jesús con la misma fórmula que él. El P. Juan de Loyola hizo su consagración el 15 de agosto y el P. Ignacio Eguiluz, que había sido maestro de novicios de Bernardo, lo hizo quince días antes, el 31 de julio del mismo año, fiesta de San Ignacio de Loyola. Sabemos de otros colaboradores que se consagraron con la fórmula del P. La Colombière, como fueron los Padres Villafañe, Manuel de Prado, Fernando Morales, Carbajosa...y algunos más. Del P. Manuel Pereira, compañero de ordenación de Hoyos, sabemos que firmó la consagración con sangre de sus venas (El poder de los débiles, pg 160, nota 17)
157 En la edición de Barcelona dice “consagrándolos”
158 Con este nombre se designaba entonces el rosario.
159 Esta corona o rosario en honor del Corazón de Jesús comienza con la oración del Alma de Cristo, oración predilecta de San Ignacio, que la pondría en la primera página del libro de sus Ejercicios. A lo largo de ellos Ignacio de Loyola mandará rezar en los momentos más decisivos esta oración: son los famosos “tres coloquios” dirigidos al Padre eterno, a la Virgen María y al mismo Cristo, rezando un padrenuestro, un avemaría y el Anima Christi  Thesaurus Spiritualis, Santander, 1935, pgs 18 y 57)
160 En esta “corona” en honor del Sagrado Corazón se ejercitan en las “cuentas mayores” tres afectos: súplica de “identificación” con Jesucristo, de adoración al Cristo agonizante en Getsemaní y despreciado en la Eucaristía, y de alabanza a su santidad infinita. En las “cuentas menores” los afectos son dos: de adoración y de súplica.
161 Las letanías del Corazón de Jesús, que aparecen en el Tesoro escondido, son en total 14, frente a las letanías actuales que reza la Iglesia en un número de 33 advocaciones. Podemos dividir las letanías en tres grupos o sectores: en relación con Dios y la Trinidad hay 8 invocaciones, en relación con nosotros los hombres son 9 las invocaciones, y considerado el Corazón de Jesús en sí mismo son 16. Las letanías que aparecen en el Tesoro escondido se reparten así: 4 se relacionan con la Divinidad, 4 dicen relación con nosotros los hombres y 6 consideran el Corazón de Jesús en sí mismo.
     Para comprender mejor este acto de piedad que pone el P. Loyola en su libro nos ayudará una visión histórica de cómo se fueron formando estas letanías del Corazón de Jesús. El P. Félix Asensio, S.J. en su opúsculo “Comentario bíblico de las Letanías del Sagrado Corazón  (Montevideo (Uruguay), 2004), dice en el Prólogo: “El 2 de abril de 1899 León XIII fijaba solemnemente, desde Roma, la forma actual de las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús con sus 33 invocaciones. Son las mismas en número de las primeras Letanías, las que el P. Juan Croiset publicó en 1691, simultáneamente con su obra “La devoción al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo”. Sobre ellas basó en gran parte sus Letanías la Congregación de Ritos: de las 33 invocaciones, son 22 las que provienen de las Letanías de Croiset. Si bien, las primeras y principales, sin embargo, no eran las de Croiset las únicas Letanías existentes antes de las oficiales de 1899: contemporáneas del jesuita, habían compuesto también sus Letanías por aquellos años Aurillac, Froment y Juana Magdalena Joly. Cuando el 1718 la salesa Ana Magdalena Remusat incorporó a su Devocionario las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús con 27 invocaciones, tomó 17 de Croiset, cinco de Joly, cuatro de Aurillac y una de Froment.
     Las actuales Letanías, con su retorno muy preponderante a las de Croiset, aunque a través de las de Remusat, presentan en su estructura los elementos clásicos de toda esta clase de Letanías: el elemento común de súplica, con el constante “ten misericordia de nosotros”; el elemento propio de invocación, con el invariable “Corazón de Jesús” y el que pudiera considerarse como elemento específico, con sus variadas facetas teológicas. Todo ello dentro de un esquema idéntico en su apertura y cierre a todas las Letanías. Apoyada sobre esta estructura de forma, surge la estructura de fondo a base de una doctrina teológica que se va desarrollando paso a paso y con lógica casi perfecta. La llamada a la Escritura es una constante fecunda. Las invocaciones son especialmente bíblicas, no sólo en la doctrina, sino también en las mismas expresiones que repiten, a veces literalmente, textos bíblicos”  (Obra citada, pgs 9-10)

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